domingo, 15 de julio de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 023. Primera misión y grandes esperanzas.


Pasaron pocos días antes de que la muchacha recibiera por fin instrucciones de aquel que debía darle trabajo. El encuentro con Leanfriel en la nada humilde morada de Peregrine fue algo tenso. El elfo obligó al tipo a que se disculpase con la gilneana por una confusión, pero la incomodidad no cesó para ella en ese punto:


Leanfriel me hizo llamar. Recibí una nota que me invitaba a una casa en las plataformas altas. Quiere matar al capataz de un barco o yo qué sé. No entiendo del todo sus intenciones, el caso es que tengo que ganarme la confianza de la gente. Eso me resultará algo fácil. Por el momento simplemente tengo que ir a una fiesta que Peregrine dará. Dijo que algo va a estar envenenado, no recuerdo si dijo el pastel de cangrejo o el cóctel de gambas o no sé. Diría que ni él mismo está seguro de qué va a pasar. El caso es que he de ayudar con ese tema cuando la mujer del capitán caiga.


El primer párrafo llevaba bastante poca gana. No le hacía demasiada gracia lo de tener que fingir ser una villana fingiendo ser buena. Ya mentir y actuar se le daba mal, aquello sería complicado para ella.


Pasó algo, y es que Peregrine insinuó que soy una prostituta, que debía conquistar al capitán del barco y Leanfriel le obligó a disculparse. Me trata muy bien. Bastante. Demasiado, diría yo. No diré que no es agradable y casi tranquilizador, pero me pone nerviosa a veces. En ocasiones se me acerca demasiado y solo sus roces me ponen tensa, y él lo sabe. He visto qué es capaz de hacer y sé que no tendría escapatoria si le enfado. Y aún así noto que a veces flirtea conmigo, y no sé si son bromas o habla en serio. Me es difícil comprenderle, es un hombre muy raro. Mamá no me explicó nada acerca de elfos.


Sé que intenta que baje la guardia, pero no voy a ser yo quien lo haga. Aprovecharé su confianza en la medida de lo posible. Aprovecharé la estancia aquí y su contacto tanto como pueda. Solo espero que él sea de los más altos cargos en esa organización para poder llegar hasta su líder.


Tras esa segunda parte, que plasmó con mayor determinación, cambió de postura, estirando un poco la espalda antes de proseguir:


Me preocupa mucho el hecho de que conozca la existencia de Ivano. Sabe de nuestra relación y eso le pone en peligro. Ivano está en peligro por mi culpa, y yo por culpa de Oliver. Todo es por culpa de Oliver al final…


Aquella tercera parte la escribió con el ceño fruncido.


El caso es que Leanfriel me preguntó acerca de mi relación con Ivano. Y yo que trataba de ocultar su existencia... Al menos me dijo que tengo vía libre para poder ir y venir entre Elwynn y Bahía del Botín siempre que quiera y no interfiera con mis tareas. Supongo que he de aceptar que este es mi nuevo hogar...


Pero necesito encontrar otro trabajo pronto, no quiero vivir del dinero de Peregrine. Compraré o pagaré la renta de alguna casa, alguna lo suficientemente grande como para poder pensar en traerme a Nyel.


Se quedó mirando el nombre de la yegua cuando lo escribió y su vista se emborronó al perderse en recuerdos. Tras unos minutos apretó las mandíbulas y se levantó de golpe de la silla, arrancando las dos hojas escritas junto a las del día que llegó a Bahía del Botín. No eran aquellas las primeras, ni serían las últimas que echaría al fuego para borrar evidencias o pruebas.


Tras verlas consumirse en cenizas cerró los ojos, se apartó de las llamas y tomó una jarrita de agua, no para beber ella, sino para regar en una maceta el pequeño brote cuya planta aún no sabía qué era. En aquella maceta había sembrado tres tipos distintos de semilla; de manzana, de naranja y una tercera grande y peluda, de una dulce fruta que desconocía. No tenía ni idea de cuál era la que ya asomaba sus hojitas, pero cuidaría de aquella planta fuera lo que fuera.


Finalmente puso la maceta sobre la mesa, cerca de la ventana, para que recibiera luz solar.