domingo, 8 de abril de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 001. Draenei.


Primavera del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


La joven paseaba por las afueras del barrio de los magos de Ventormenta. De camino al mercado había visto una tienda que le interesaba, y cuando la encontró entró en ella para salir pocos minutos después con un libro en blanco y tinta, a falta de de las plumas estilográficas que tenían en Gilneas. Le resultaron demasiado caras como para poder permitirse una con el poco dinero que tenía, el cual, por supuesto, había robado.


Su intención era volver a aquel lugar en el que se había bañado el día anterior, pero el plan se le truncó desde las altas pasarelas de la ciudad, pues ya desde allí se podía ver a lo lejos que había un pequeño grupo de personas pescando. Afortunadamente aquel lago era lo suficientemente grande como para poder sentarse en otro sitio igual de íntimo para estrenar su segundo diario.


Tengo la oportunidad perfecta para salir por primera vez de Ventormenta y conocer más que esta ciudad. Ya en Gilneas vi por primera vez seres diferentes a los humanos. No-muertos, elfos, huargens... y la variedad de vidas parece no tener fin. Hace una hora, sin ir más lejos, he conocido a una especie de animal con aspecto de cabra azul que caminaba a dos patas, vestía y hablaba como uno de nosotros, de nombre Noldrenai. Un graciosillo él entero, su enorme cuerpo, que dicen que es de draenei. O algo de eso. Un grosero. Parece que también hay elfos de piel como la humana, no solo son azules y verdes.


Fue gracioso. Pensé que el tal Noldrenai era fruto de alguna alucinación fruto del ponche que pedí en una taberna. No recuerdo el nombre, algo de una rosa. Le vi después del primer trago y me quedé embobada. Lo notó, por supuesto. Pero resultó que era real y vino a burlarse de mí. Parecía saber perfectamente que me causaba impresión y vino directo a asustarme. Gracias a lo que sea que me cuide, apareció gente después. Un par de hombres y luego un elfo de esos de piel clara. Fueron la excusa perfecta para salir huyendo de la situación.


Pero antes de marchar les escuché hablar sobre que mañana saldrán de Ventormenta, hacia algún sitio en poniente. No tengo ni idea de a qué se referían, pero quiero ver lugares nuevos, así que aprovecharé para seguirles e ir a donde ellos vayan.


Ruthie no tenía ni idea de la aventura a la que estaba a punto de unirse. Ni mucho menos sabía qué peligros la esperaban más allá de las murallas de la ciudad de los leones. De haberlo sabido no habría salido al día siguiente de las cloacas, allá donde dejó el diario colocado sobre el vestido, el cual había doblado cuidadosamente, envolviendo el abanico de su hermana. Tal como haría en Gilneas, quería dar un voto de confianza a que nadie se aventurase en las cloacas hasta aquel utópico rinconcito en el que se había asentado.