lunes, 16 de abril de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 004. La calidez de los leones.


Primavera del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


Esa noche estaba escribiendo desde una posada diferente, también en un pueblo distinto: Villa Azora, un pequeño municipio el que abundaban los refugiados de otros reinos. La llegada era facilísima incluso para quienes no vivían en Elwynn. Había que seguir el camino principal hacia el este hasta llegar a una gran torre, la Torre Azora. Ahí simplemente se debería seguir hacia el norte hasta la pequeña aldea. Ruthie estaba mucho más animada después de haber conocido a gente y conseguido una ocupación, y se le notaba.


Fueron dos días buscando trabajo mientras me alojaba en la posada de Villadorada. Por fin descubrí el nombre del pueblo, sí. La posada aún no sé cómo se llama. Algo de un león, o no sé. Ahí he conocido a gente de lo más variopinto e interesante. Elfos, entre ellos. Y algunos de esos elfos... Bueno, en general éstos no me recuerdan tanto como los de la noche a la masacre de Gilneas.


Hay una mujer draenei bastante curiosa, con la que hubo un pequeño accidente, porque se nos escapó la cabra gigante que Noldrenai usa de montura. Vi una enana, un gnomo, un hombre también gilneano, como yo... En una ocasión, uno de los elfos, Baethal, un chico bastante atractivo que me trata genial, propuso un juego. Dio siete acertijos, de los que adiviné la mayoría. Quien acertase ganaba una galleta con pepitas de chocolate, hechas por él mismo. Galletas que, he de decir, me encantaron.


Sonreía cálidamente al recordar aquella velada con Baethal, Noldrenai, Elasay, Katz, Kianna e Ivano. En especial se le notaba calmada al recordar a Baethal, Ivano y Katz. El primero era un elfo quel’dorei pelirrojo, uno joven en apariencia, aunque para la de melena castaña todos parecían jóvenes. Aquél se había ganado rápidamente la confianza de la muchacha, quien le había adoptado casi de inmediato como hermano mayor. Ivano le resultaba familiar, atraía su atención por encima de todos los demás, aunque lo achacaba a que era paisano suyo. Era tal el mismo motivo que la hacía sentirse recelosa de él. La piel tostada, el cabello oscuro y tal cantidad de pelo le hacía pensar que era algo más que un simple humano.


Durante la jornada de ayer estuve diciendo que busco trabajo y un hombre mago me escribió la dirección de su familia en Villa Azora, informándome sobre que él se dedicaba a hacer los envíos de sus padres, pero que desde que se fue, tienen que hacerlo ellos. Que quizás me necesiten. Así que debería pasarme por el lugar.


Por otro lado, Katz era apuesto como ninguno, estilizado, atractivo y, sin duda, sabía de maneras. La chica Maddison pensaba que podía ser un aristócrata, y el hecho de haber conseguido una labor que llevar a cabo para su familia le abría puertas a conocerle mejor y enterarse de cosas sobre él. Aunque no fue al lugar de inmediato.


Justo después de aquella reunión puse camino hacia Ventormenta con Noldrenai e hicimos noche en el bosque. Me enseñó a hacer fuego, cosa que agradezco. Además fue bastante cuidadoso conmigo, pues al verme con frío me dejó su capa. Parece un buen hombre a pesar de ser tan jocoso. Fue con él cuando decidí que debía comprarme nueva ropa, una de viaje que me permita correr si lo necesito.


En estos días también he tenido una velada bastante agradable con Baethal... está muy... es muy... bueno, es... me siento muy bien con él. Me dejó dinero, el sueldo de un mes, según me dijo. He de devolvérselo, no fui capaz, no me dejó no aceptarlo. Aunque conseguí que me dijera que me ayudará a defenderme. No sé cómo actuar con él. Me dio un beso en la mejilla antes de marcharse. Es atento conmigo, me dice cosas bonitas.


Para ella, Baethal tenía comportamientos que le resultaban excesivamente íntimos. Stacy le había explicado que los besos eran cosas de parejas, pero era un país diferente, unas costumbres distintas, incluso él era de otra raza. Quizás era algo común entre los suyos, y no quería ser descortés con quien que estaba siendo tan amable.


En fin, me puse en camino hacia la dirección que me dejó el señor Prichard y, bueno... ahora tengo trabajo. No gano tanto como ganaba mi familia en Gilneas, pero está más que bien para mí. Es un buen sueldo al mes por hacer de mensajera y transcriptora. También me proporcionarán alimento en algunas ocasiones. De momento me da para vivir, quizás pueda ahorrar un poco. Estoy deseando poder tener un caballo pronto, aunque de momento debería limitarme a comprar algo más de ropa.


Todos me han tratado muy bien estos días. Son amables y atentos. Nunca había tenido gente así a mi alrededor. En Gilneas todos eran siempre fríamente corteses y correctos excepto mi hermana y Ceri, que eran más cercanos y cálidos Quiero volver a verles y pasar otra noche como la de ayer.


Oh, no. Se me ha hecho tarde. He de descansar, porque mañana comienza mi primera jornada laboral aquí. Espero que se me de bien.


Y tal como se despidió de su diario cerró el libro y lo colocó sobre su vestido. Efectivamente en aquellos pocos días se había comprado ropa nueva, tuvo la delicadeza de ir a las cloacas a recoger sus pertenencias y pagó por una habitación individual en una de las pequeñas posadas de Villa Azora, la más barata, usando el dinero de Baethal. Ahora podía dormir bajo techo, tranquila, sin malos olores y ante la seguridad de que, cuando volviese, sus cosas seguirían allí.