domingo, 1 de abril de 2018

Relatos cortos de los Maddison, 10. Nupcias.


Invierno del año 22 tras la apertura del Portal Oscuro.


En carnes propias tuvo que experimentar Ruthie eso que dicen de que el tiempo atmosférico parece decir lo que siente el día cuando muere alguien: el cielo de Gilneas estaba radiante aquella mañana. Su padre había sido asesinado y su madre no pronunciaba palabra desde que recibieron tal noticia. Aquello le parecía el colmo de los dos últimos años.


Ruthie fue al dormitorio que hasta hacía un par de semanas estuvo compartiendo con Linzi. Ahora estaba sola allí. Se encontraba delante del escritorio de la habitación, en cuya silla reposaba su mano izquierda. Miraba pensativa la mesita auxiliar que separaba ambas camas individuales. Suspiró y miró el libro de notas de la pelirroja, retirando la silla para sentarse. Ya no salían lágrimas de sus ojos, pero no tardarían mucho en volver a aparecer, solo tenía que escribir.


Una vez Phillipa me dijo que hacer un diario es una buena idea para desahogar las penas. Nunca le hice caso, pero ahora que mi hermana se ha ido y mi madre no habla, creo que solo los papeles me van a escuchar.


Su letra era clara, bastante distinguida y reconocible, pero temblorosa en su momento de dolor.


Lo que no sé es cómo voy a escribir mi vida aquí. Creo que lo peor empezó cuando llegó el amigo ese de Linzi. Sí, todo ha ido empeorando desde que él apareció, aunque no es su culpa. Papá ya parecía odiar al señor Arkwright desde la primera vez que le vi en el criadero. Quizás le conociera ya de antes. Nunca llegué a entender muy bien qué pasó, yo era muy pequeña todavía, pero fuimos a un juicio. Después del juicio, cuando volvimos a casa, Linzi me dijo en secreto que todo lo que había dicho contra ese señor era mentira, que no había abusado de ella y que nunca la había tratado mal. No paraba de llorar, ella no quería mentir contra Lucius, pero mi padre la obligó.


Tras terminar de escribir el segundo párrafo de la que era la primera entrada de su diario, cerró los párpados un momento y respiró hondo. Apoyó el brazo izquierdo junto al libro y reposó la mejilla del mismo lado sobre la mano, aplastándose un poco el ojo mientras miraba hacia abajo con aire de aburrimiento. Puso la mano derecha sobre el libro tras colgarse un mechón de pelo tras la oreja y empezó a escribir el tercer trozo.


Cuando le quitaron el castigo ese gigante, que estuvo siete meses encerrada en casa, empezó a salir más a menudo, y no era para estar con Phillipa y Gleni. Luego me enteré de que se iba por las mañanas muy temprano, por lo visto para ir a trabajar para él en secreto, en su fábrica de metales o yo qué sé. Mi padre siempre decía que antes de aprender a dirigir los negocios tenía que saber lo que es ser obrera, así que la tenía mandando cartas o limpiando las cuadras. Y cuando se enteró de que había encontrado un trabajo en una fábrica yo pensé que nos iba a matar a todas, pero resulta que le pareció buena idea. Dijo que eso estaba bien, que trabajando para otro empresario sabría apreciar lo benévolo que es él como jefe. Y que no importaba, porque de todas formas entonces no hacía tanta falta su ayuda. Ah, pero cuando descubrieron para quién estaba trabajando…


Bajó la mano izquierda, dejándola sobre la madera, sujetando con el dedo pulgar la parte superior del libro mientras escribía un par de renglones del siguiente texto. Acto seguido pasó la página y siguió escribiendo ahí.


Lucius Arkwright fue un loco. Invitó a nuestra familia a una fiesta de gente influyente. Aún sabiendo que era persona non grata para mis padres, que le odiaban después de todo aquello del juicio y los líos de adultos… aún con todo nos hizo llamar. Me hizo mucha gracia ver las caras de indignación de mis padres cuando se enteraron de que les había invitado él. Y el idiota de mi padre no tuvo otra cosa que hacer que arreglar ese mismo día la boda de mi hermana también. Menudo ridículo, yo con Agrew y Linzi con Haris… Ya podían haberme puesto a mí con Haris si desde el principio él también podía casarse otra vez, qué asco.


Y me acuerdo del miedo que pasé cuando mi padre salió de casa una noche con Haris, y Agrew nos dijo a mi madre y a mí que no saliéramos bajo ningún concepto. Habían descubierto que Linzi se hizo amiga otra vez de Lucius, llevaban tiempo espiándoles y Haris se enteró de que era para él para quien trabajaba. Aquella noche no volvió ninguno de los dos y yo creía que iban a cometer alguna locura. Llegaron por la mañana. Me despertaron con prisas, me tuve que vestir con la misma ropa del día anterior porque no me dieron ni tiempo, y me llevaron a casa de los Adams. Mientras me vestía me enteré de chiripa de lo que mis padres hablaban en voz baja. Por lo visto mi hermana y Lucius se encerraron aquella misma noche en la catedral y no había forma de hacerles salir. Nos hicieron ir a mi madre y a mí y cuando llegué allí solo me dejaron entrar a mí. Linzi jamás me había dicho que estuviera enamorada de Lucius, y ella me lo contaba todo, y siempre decía que sería ella quien eligiera a su esposo. Temía que él la hubiera obligado, pero la veía tan decidida… Fui testigo de su boda. Pasé mucho, mucho miedo…


A aquellas alturas ya estaba llorando. Echaba de menos los tiempos en que solo se dedicaban a estudiar, a ser educadas y a jugar. Extrañaba sobremanera los ratos en que charlaban tranquilamente sobre cómo hacer guirnaldas de flores, cantaban juntas, corrían tras los caballos del criadero, molestaban a las sirvientas cambiando los cubiertos de sitio o escuchaban a su madre hablarles de los cotilleos de la ciudad.


Cuando bajé me llevaron a casa de Agrew y me quedé con él un rato mientras Haris y mi padre estaban en otra habitación. Luego llamaron a Agrew y me dejaron sola un minuto, fue muy poco tiempo. Me dijo que tenía que firmar algo y volvía rápido. Cosas de hombres. He de reconocer que Agrew, a pesar de que me de repulsa estar cerca de él, siempre me ha tratado genial. Después de todo aquello, Linzi nunca volvió a casa. Pero ya estábamos preparadas para algo parecido. Llevamos mucho tiempo hablando sobre escaparnos juntas alguna vez. Tenemos unos maletines llenos con algo de ropa, dinero y nuestros recuerdos. El mío todavía está debajo de mi cama, el suyo se lo llevé en secreto cuando ella se fue a vivir como la señora Arkwright. Linzi… dejó de ser parte de la familia. Mis padres ya no querían ni hablar de ella, y yo comencé a sentirme cada vez más sola. Por lo menos mi madre todavía hablaba. Hasta vendieron a su caballo. Aunque me enteré de a dónde lo habían llevado y le pedí a Ceri que les enviara a los Arkwright una nota con la dirección en la que estaba Sildrin. Por suerte todavía tengo a Ceri, a pesar de que solo le veo algunas veces, y no todas las semanas.


Cereza es mi mejor amigo. Cuando mi hermana empezó a escaparse para salir con Lucius, yo hacía lo mismo para ir con Ceri. Es muy listo y muy rápido. A mi madre le daría un infarto si se enterase de que me junto con tal gente, pero me cae muy bien y me río mucho con él. Me defiende siempre y hasta me regaló un cuchillo. Uno muy pequeño, pero es verdad lo que dijo, que es perfecto para mí, porque es un cuchillo chiquitito para una mujer chiquitita. Me enseñó a esquivar navajazos y golpes, y cada vez soy mejor. Aunque igualmente él siempre ha sido más rápido y al final acaba dándome con el mango. También me ha contado algunos secretos. La banda en la que está, que dice que ahora yo también formo parte de ella, se dedica a ayudar a niños huérfanos de la calle. Les dan armas, les enseñan a luchar y a robar comida. Robar está mal, pero con Cereza he aprendido que para ese tipo de gente es necesario. Además solo roban lo necesario para sobrevivir, agua, comida, mantas y ropa. Ellos lo necesitan de verdad.


Cuando papá dijo hace unos días que necesitaba a gente “sin escrúpulos” para un trabajo, directamente pensé en que Cereza y a los otros seguro que les interesaba. Los niños de la banda roban por no tener trabajo y porque nadie querría contratar a gente tan sucia y que no sabe hacer nada, pero quizás mi padre necesitaba nuevos mozos. Así que fui a avisar a Cereza. Pero le pedí que no dijera que venían de mi parte, porque mis padres no debían enterarse de que me junto con ellos. No sé si al final los de la banda llegaron a hablar con mi padre, porque… bueno, vengo de su funeral. Le encontraron hace un par de días con varias puñaladas en el pecho.


No sé qué haremos ahora mi madre y yo. Linzi es la que mejor sabe dirigir el criadero y se conoce muchos atajos para el correo, pero trabaja con Lucius ahora. Espero que entre mamá y yo podamos llevar adelante los dos negocios. A mí se me ocurren algunas cosas que podríamos hacer con los caballos para ganar más dinero, pero no sé si mamá querrá. Supongo que ya lo hablaremos cuando tenga ganas.


Fue ella misma la que se había quedado sin ganas de seguir escribiendo. Soltó la plumilla, miró cuántas páginas había escrito y, tras quedarse sorprendida por ver llenas casi tres páginas y media, se reclinó sobre el respaldo del asiento y cerró el libro. Volvió a llenar los pulmones, se llevó las manos a la cara y resopló.