lunes, 4 de junio de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 016. Sorpresa de Berthold.


Verano del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


Ruthie había comenzado la semana con buen pie, a pesar de haber vuelto un poco tarde aquel lunes. Tuvo un buen motivo en esa ocasión, y es que había estado de visita. Cenó con prisa y subió al mismo dormitorio que aún tenía reservado en la posada, acomodándose y yendo al escritorio, sobre el que soltó el puñal que siempre llevaba junto a uno nuevo, idéntico a excepción del material. Le quedaba escasa media hora antes de tener que irse a dormir, pero quiso dedicar un momento a resumir su día:


Conocí finalmente al hijo adoptivo de Berthold. Por algún tonto motivo me lo imaginaba más parecido a él, pero por supuesto que no se parecen. No físicamente, al menos. Ah, pero sus miradas… Sus miradas, aunque de color distinto, me resultan prácticamente idénticas. Ambos parecen haber sufrido mucho y en sus ojos se ve la humildad, el amor y la confianza que se profesan el uno al otro. Son una verdadera gran familia.


Ruthie escribió tales palabras con algo de envidia, aunque con una cálida sonrisa en los labios. Siempre había soñado con formar parte de una familia como la de su amigo, por pequeña que fuera.


Visité su hogar. La vivienda es bastante pequeña en comparación con mi antigua casa de Gilneas, pero es muy acogedora y la tienen ordenada y limpia, un sitio al que tenerle cariño, sin duda alguna.


Estuvimos un rato charlando, le dije las ganas que tengo de tener mi propia casa y me dijo que era albañil y carpintero, que podría ayudarme con ello y que yo supervisaría la construcción, así que le respondí que no lo haría sola, y ahí salió Ivano a tema, pues él habría de dirigir conmigo. Le revelé lo de que somos pareja. Le expliqué todo lo que pude acerca de cómo saber que se quiere a alguien. Me dio mucha vergüenza, pero estoy tan feliz que me dio igual.


También le confesé que cuando voy a Ventormenta no me alojo en las caras posadas de la ciudad, sino en las cloacas. Al fin y al cabo encontré un sitio relativamente cómodo y seco por allí abajo. El caso es que... me invitó a quedarme a vivir en su casa. Por lo visto Alrioth se lo había propuesto tiempo atrás, le habló de mí, según dijo. A decir verdad, me encantaría, aún así preferiría hablarlo con Ivano primero, no quiero que por algún motivo se ofenda por irme a vivir con otro hombre.


Sin dejar de escribir con la mano derecha dirigió la izquierda al nuevo puñal que ahora poseía, arrastrándolo suavemente por la madera para atraerlo hacia sí. Tal gesto hacía que se sintiera más cercana a lo sucedido, la transportaba a sus propias letras; escribía con el corazón, dejando parte de sí misma en el libro.


Después de todo aquello me ofreció un siguiente entrenamiento, uno un poco diferente, en el que ambos tendríamos una nueva ventaja. Él iría armado y yo tendría un nuevo puñal. Me regaló uno casi idéntico al mío, cuya única diferencia es la hoja, que es de hierro.


Es un buen amigo. Me ha ayudado en varias ocasiones, se puede bromear con él y es el típico hombre que preferirías tener como aliado, demasiado grande para tenerlo de enemigo. Aunque luego es un blandito que se deja vencer por una muchacha enclenque como yo.


Se hace querer…


La joven escuchó las campanadas que marcaban el paso del tiempo en la villa, eran las once, el momento perfecto para ir a descansar y así mantenerse enérgica al día siguiente.