sábado, 19 de mayo de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 012. Despidiendo la verbena.


Primavera del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


Se levantó temprano a pesar de que para ese día no tenía trabajo que hacer. Ya estaba de vuelta en su dormitorio favorito de la posada de Villa Azora, hacía días que la verbena terminó, pero hasta entonces no retomó el diario. En ese momento estaba sola y pensó que era el rato perfecto para resumir sus últimos días antes incluso de bajar a desayunar.


Hace tres días salimos de Crestagrana de camino a Azora, ya era hora de volver al trabajo. Había quedado con Berthold para volver juntos, ya que él también tenía que ir a Elwynn. Berthold es un amigo de Ivano, un hombre gigantesco, rubio y muy apuesto, con unos ojos azules que parece que tengan un cachito de cielo en ellos. Es alteraquí.


Mientras le esperaba aparecieron Dunnabar y Noldrenai. El enano parece mi padre, me preguntó que con quién me había citado, que más valía que no fuera el elfo. Agh, no puede controlar con quién ando. Le respondí que no, que no era Baethal, pero luego le dije que tampoco era quien él creía. Luego apareció Berthold y nos pusimos en camino. Dejé en recado a Noldrenai que se despidiera por mí de Ivano, ya que no le vi en todo el día.


Es un buen hombre, muy amable y atento. Berthold, digo. Estuvimos charlando todo el camino y por la noche dijo que él haría la primera guardia, pero no le dejé. Mientras preparábamos el campamento y cenábamos unos bocadillos pequeños que llevé, ocurrió algo que no me esperaba en absoluto. Apareció Ivano. Cómo nos alcanzó tan rápido no tengo ni idea. Cuando le pregunté me respondió que había venido a patas, que no sé qué significa. A veces se le nota mucho que es de pueblo. Es un poco bruto hablando. Resulta que quería despedirse de mí y se escapó de Susan, su jefa. Hizo todo aquel camino para despedirse de mí… Eso Baethal no lo habría hecho, estoy segura.


Además estando castigado en el trabajo. Si le llegan a pillar no quiero saber qué pueden hacerle. Le tuve que obligar a volver, no quería que le echasen otra regañina. Por lo visto se transformó la noche anterior, después de irme a dormir, para atrapar a un tipo. Se ve que eso a la dichosa Susan no le gustó que lo hiciera así o qué sé yo. Será de esas tipas estrictas o algo.


Después de marcharse de vuelta a Azora estuve hablando con Berthold. Se dio cuenta de que estoy confusa con respecto a Ivano. No sé si debería dejar que nuestros sentimientos hacia el otro sigan creciendo o tendría que apartarme de él cuanto antes. Bert fue muy bueno conmigo, me animó y me apoyó.


Al final tuve que obligar a mi nuevo amigo a irse a la cama, porque estaba empeñadísimo en hacer guardia. Estuve un rato cantando hasta que me aseguré de que dormía y me quedé mirando el fuego. Tiene el mismo color que los ojos de Ivano y la calidez que me transmite es como si estuviera abrazándome… pero al final me dormí yo también en vez de quedarme despierta vigilando. Y a la mañana siguiente un puñetero mapache nos había registrado las mochilas. LAS DOS mochilas, la de Berthold y la mía. Y la mía la rompió mordisqueándola. No me gustan los mapaches.


Tenía aquella misma mochila junto a ella, con el extremo de una de las dos asas totalmente roída y con marcas de colmillitos, aunque por suerte todo su contenido había sobrevivido salvo uno de los bocadillos y la suciedad al ser desperdigados por los alrededores del campamento que improvisaron.


Llegamos anteayer a Azora sobre el mediodía y almorzamos juntos. Esta vez invité yo. Y mientras almorzábamos un tipo se puso a cantar y a mirarnos, y tanto Berthold como yo pensamos que parecían indirectas. Solo recuerdo una de las estrofas, pero es la más significativa. Decía algo así como que si me siento perdida, no mire con mis ojos, sino con mi alma y encontraré la calma. No sé muy bien qué quiere decir, pero es que parecían indirectas. Ese tipo me conoce de algo, estoy segura.


Al final Berthold se levantó y fue a hablar con él. Por un momento me pensé que se montaría pelea o algo y me asusté. Por suerte no parecieron muy acalorados y Berthold volvió para sentarse a terminar de comer. Después de eso fui a avisar a la familia Prichard de que ya había vuelto a Azora, así que perdí la pista a Berthold.


Y anoche me encontré con Ivano aquí mismo, en Azora. Me sorprendió que estuviera en el pueblo, pero luego me di cuenta de que había ido a acompañar a Katz. Aunque ya era tarde e Ivano dijo que pasaría la noche en la posada, así que le invité a dormir conmigo. Pero le pedí que fuese discreto, no quería que el pesado de Collin se diera cuenta de que venía a mi alcoba. A saber qué rumores habría empezado a soltar por ahí si se hubiera enterado. Volvimos a besarnos durante un buen rato… y creo que los dos queríamos más que solo besos. En cierto momento la pasión era tal que se me echó encima, pero luego se apartó. A decir verdad no sé qué habría pasado si hubiésemos seguido… Me dijo que se dejó llevar. Ojalá se dejara llevar más a menudo…


Cuando me he despertado ya no estaba aquí. Se ha levantado incluso más temprano que yo. Supongo que para ir al trabajo. Pobrecito. Yo hoy no tengo mucho que hacer. Los Prichard no me han dejado recados, pero tengo un diario que transcribir para una familia. Por lo visto el padre de la mujer murió de viejo y no quiere que el libro se estropee con el tiempo. No van a pagar mucho esta vez, pero es un gesto bonito. Me esforzaré porque el libro quede bonito y legible.


Finalmente cerró su propio libro y lo dejó sobre el escritorio, yendo a prepararse para comenzar su día.