domingo, 20 de mayo de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 013. Leanfriel.


Primavera del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


Ruthie llegó aquella noche magullada y dolorida a la posada y no pudo esquivar a Collin a pesar de lo tarde que era. Tuvo que aguantar su invitación a una de aquellas tazas con cacao y azúcar que siempre le preparaba, por supuesto acompañada de un largo y tedioso interrogatorio que no dio demasiado fruto. Estuvo al menos hora y media aguantando al joven posadero, y solo cuando le pidió expresamente y de forma descortés que la dejase subir a descansar, pudo librarse de la curiosidad del rubio.


Esa noche tenía también algo importante que contarle a su diario, aunque antes de ponerse a ello quiso relajarse un rato. Sin embargo no fue capaz de tumbarse boca arriba en la cama, pues el dolor de barriga la obligaba a mantenerse doblada sobre sí misma. Se dejó caer sobre el colchón unos minutos, cerrando los ojos y recapitulando sobre todo lo ocurrido en tan solo un día, y una vez se sintió capaz de respirar con normalidad, decidió levantarse a por su diario, llevándoselo a la cama.


Tardó un rato más en empezar a describir lo que le había pasado aquel día, ya que se distrajo leyendo algunas entradas de días pasados. Recordó con tontas sonrisas en los labios los días en la verbena, los labios de Baethal y las caricias y el cariño de Ivano, sobre todo. Pensó en cómo actuaría cada uno si se enterasen de que ella había muerto y finalmente, después de volver al mundo real, comenzó a escribir:


Debía ser un día como otro cualquiera, pero empezó con una jornada de trabajo, continuó con una yegua como regalo y acabó con un asesinato múltiple con el que intentaban incriminar a alguien inocente que ha acabado malherido de puñalada en medio de la montaña rodeado de huargens. Así son los días de Elwynn cuando menos te lo esperas.


Vino Oliver para decirme que tenía una sorpresa para mí, por lo que le seguí. Al llegar a los establos de Villa Azora me mostró cuál era mi sorpresa. Era la última parte del pago por aquello de Tuercespina, había un animal allí que me pertenecía.


Fui a verla y mientras me presentaba para que me conociera y la inspeccionaba, una quel’dorei vino a hablar con el arquero. No sé qué hablaron, aunque intenté enterarme, pero estaba más atenta a mi nueva amiga. Una gipsy vanner pinta de blanco y marrón, gorda, peluda, preciosa, una yegua de tiro enorme, pero capaz de cargar conmigo y mi trabajo allá a donde fuera. La saqué del establo para hacerla caminar y ver cómo estaba de salud. Se veía realmente perezosa y confiada.


Cuando la mujer se fue vino Oliver vino a pedirme que le llevara a Ventormenta por algo urgente Parecía muy dispuesto, vaya. Aquella mujer le había dicho algo, seguro. Pero todavía ni tenía riendas, ni silla, ni nada. Y aún con todo, le vi con tanta prisa que al final me ofrecí a llevarle… Sé cómo montar sin silla, por suerte, así que no tuve demasiado problema.


Al llegar allí un guardia nos paró por vernos con tanta prisa. Me hice pasar por familiar de los Allerus y coló. Sí, resulta que Baethal tiene sangre noble. Muy curioso. Me enteré hace pocos días. Total, que seguimos a caballo hasta el orfanato, que es a donde me llevó Oliver. Entró él solo y me dijo que le llevara a otro sitio de la ciudad, que tenía que buscar a una tal Allice y a un grupo de niños.


Fuimos a buscarla, pero no llegamos a tiempo. Mataron a algunos de los niños sin que pudiéramos hacer nada. Otros tantos lograron escapar mientras Oliver y yo luchábamos contra los bastardos que habían causado tal masacre. Aunque nos costó, conseguimos acabar con todos ellos. Pero entonces apareció un elfo, uno muy veloz, de ojos rojos.


Más tarde Oliver me dijo que se llama Leanfriel. Ese hombre atrapó una de las flechas de Oliver al vuelo, con la mano desnuda… debía tener algún tipo de hechizo, no se puede ser tan veloz de forma natural, es imposible… Además con la misma velocidad acabó con Oliver y con Allice y me noqueó a mí misma. Me golpeó el vientre y me lanzó al suelo a un par de metros. Después intentó que fuera con él, no sé a dónde ni para qué. Al principio simplemente quería matarme, pero luego pareció mostrar interés. Y yo… estaba asustada… no podía haber hecho otra cosa.


Mientras, además, pude ver que había varios guardias de Ventormenta apostados a lo lejos viendo todo. Ellos acabaron con los niños que se habían salvado, fueron ellos los que remataron al resto de supervivientes. Aunque no podría decir quiénes eran, desde allí no se veían sus caras. Fue entonces cuando apareció la misma elfa que vino por la mañana. Disparó una flecha a Leanfriel desde los matorrales, una que parecía estar envenenada o algo. La muy estúpida podía haberse encargado ella solita del otro…


No sé el elfo de ojos rojos llegó a morir, pero al menos estuvo un buen tiempo inmovilizado, lo suficiente como para poder huir con Oliver hacia las colinas. Le arrastré hacia la yegua y nos fuimos de allí tan rápido como la muy gorda quiso correr. Debo ponerla a hacer ejercicio…


Y para colmo en las montañas nos encontró la misma colonia de huargens que nos prestó a Canelo tiempo atrás para ir a Tuercespina. Fueron ellos los que ayudaron a Oliver a no morir. Pero a partir de ahora fingiré que sí está muerto, todo será más fácil si la dichosa Cohorte y el ejército no saben que sigue vivo. Lo que temo es que Leanfriel ahora venga a por mí.


Ya era tarde, pero mientras se levantaba para dejar su diario se puso a pensar que quizás no debería haber escrito aquello con tanta información comprometida. Aún así estaba demasiado cansada como para ponerse a decidir qué hacer, por lo que se limitó a dejar el libro y el lápiz en el escritorio y se fue a la cama. Pasó una noche de perros debido al dolor producido por el violento puñetazo de aquel elfo.