martes, 15 de mayo de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 011. Charla con Baethal.


Primavera del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


La fiesta siguió su curso. Algunos no sabían que duraría tanto, por lo que cada día que pasaba había presente menos cantidad de participantes. A Ruthie le quedaban dos jornadas en el lugar, pues pronto tendría que volver al trabajo. Sin embargo disfrutó tanto como pudo. La compañía de Ivano se le hizo difícil, pero sus esfuerzos para permanecer junto a él dieron fruto. Pasaron buenos ratos, aunque también se separó del gilneano en varias ocasiones, pues aún tenía cosas pendientes. La tercera noche pudo finalmente encontrar al elfo al que buscaba desde que llegaron a la villa. También fue un rato intenso con él.


Hace un rato me encontré con Baethal por fin y pude sacar valor suficiente para contarle qué me ocurría. No me sentó demasiado bien, pero me alejé de Ivano un rato para ir con el elfo. Nos apartamos de la posada acercándonos al muelle y le expliqué que me atrae, pero que no quiero una relación con él. Que mi problema es que cuando estoy cerca suya deseo cosas que no sé si están bien.


Quizás nunca debería haberle buscado. Me dijo que podía hacer lo que quisiera y se me acercó… y después me dijo que soy una chica muy buena y bla, bla, bla, pero que los sentimientos hay que construirlos. Otro que tampoco entendió que no hay sentimientos… solo es mi cuerpo estúpido el que actúa por mí. El caso es que me besó. Y yo me dejé. ¿Y qué otra cosa iba a hacer? Era lo que quería, justo lo que quería…


Escribía como si hiciera una gravísima confesión a su familia. La chica pensaba que tener deseos instintivos, la llevaría a que ningún varón de alta cuna quisiera casarse con ella. Pero el efecto de las hormonas era fuerte en ella.


Pero no pude quitarme de la cabeza a Ivano en ningún momento. No podía, solo pensaba en él… solo podía pensar en él. Baethal fue más… menos dulce… Me tocó más allá de la espalda y no supe qué hacer. Me quedé quieta. Su contacto no fue desagradable, pero las caricias de Ivano son más suaves y cariñosas...


Esa noche escribió poco. Tampoco tenía mucho más que contar y solo quería seguir pensando en el huargen a pesar de que las más oscuras posibilidades no perdían fuerza en sus pensamientos.