sábado, 5 de mayo de 2018

Diario de Ruthie Maddison, 008. Confesiones.


Primavera del año 28 tras la apertura del Portal Oscuro.


Ruthie llegó bastante tarde a la posada en la que vivía. Tenía los ojos hinchados, enrojecidos e irritados por la larga noche de llorera, pero lejos de irse a la cama fue directa a buscar su diario, aunque sabía que no duraría mucho, pues estaba bastante cansada.


Ivano… Ah, Ivano… ha hecho que me olvide por completo de Baethal. Ese hombre es verdaderamente importante para mí. He pasado bastantes horas con él. Llegamos a Villadorada y después de lidiar con Dunnabar y Oliver, llegó Baethal. Me enteré de que no va a la verbena, así que yo tampoco iré. Cuando se fue, Kianna, Ivano y Zafiro me intentaron convencer, una vez más, de que no debo tener una relación con él. No se acaban de enterar de que no es lo que quiero, tengo que casarme con un noble…


Ivano sabe mejor que nadie que honrar a la familia es importante, y eso es lo que yo quiero, honrar el recuerdo de mi familia. Él me entiende mejor que ningún otro.


Y para honrar a mi familia, sí que debo olvidar a Baethal, ¿no…?


Me contó hace un rato que él escribió a sus padres y su hermano fallecidos cuando le aceptaron en el ejército. Que les imaginó felicitándole y que él les agradecía en sus cartas. Mis padres… nunca me felicitarían si siguiese el camino de mi hermana y me casara con aquél a quien yo elija. A ella la desheredaron, ni mucho menos me ganaría sus congratulaciones. Escribir a los muertos no tiene sentido, pero escribir aquí sí que me relaja mucho.


Hoy he echado mucho de menos también a Cereza. Ivano me abrazó y me acordé de Ceri y de las veces que él intentaba animarme. Ojalá pudiera volver al pasado… Pero de momento debería ir a dormir, porque mañana es lunes y tengo algunas tareas que llevar a cabo para los Prichard. Espero poder descansar bien.


Tal como dijo dejó el libro a un lado, apartando el lápiz y levantándose. Se acomodó entre suspiros y algún que otro hipido que aún se le escapaba y, por fin, pudo descansar. Aquella cama no era como la de su dormitorio de Gilneas, pero sí superaba con creces la calidad de los catres improvisados que se hacía en las cloacas.